Nos miras desde el fondo de un retrato
con tu fija expresión de dama antigua,
sonriente y grácil, con la mano exigua
que enlaza el brazo fuerte, con recato...
¡Todo era una ilusión!... Y en el boato
de tu traje de fiesta, se santigua
otra mano de adiós, con esa ambigua,
pálida ausencia que pintó el retrato...
¡Cómo eras feliz!...Con una aureola
de amor y de piedad, te arqueabas, mimbre
que desgajó la furia de la ola....
Y te desdibujaste, dulce y sola,
cuando la muerte, silenciosa urdimbre,
te hizo escuchar su vieja caracola...
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